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Por Mario Guarda Rayianque , 21 de octubre de 2013

Futrono y sus ejecutados políticos: entre el tabú y la memoria selectiva

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OPINIÓN

El pasado 09 de octubre se conmemoraron los 40 años del asesinato de 18 trabajadores campesinos en el sector de los Baños de Chihuio, un hecho que en Futrono es conocido pero del que curiosamente no se habla, al menos no abiertamente.

Tras el golpe militar del 11 de septiembre de 1973, a principios de octubre de ese año, desde Valdivia sale un operativo militar cuyo objetivo era llegar a la zona sur del denominado Complejo Forestal y Maderero Panguipulli para “detener campesinos alzados que habían apoyado el gobierno de la Unidad Popular”. Esta caravana, compuesta por varios vehículos y 90 soldados más oficiales, se dirigió desde el Regimiento Cazadores junto a miembros del Regimiento Maturana, rumbo a Futrono, a Chihuio.

Una vez en Futrono, la mañana del 09 de octubre, la caravana recogió a 6 prisioneros que estaban en manos de carabineros de Futrono y Llifén, luego continuaron con violentas detenciones en Curriñe, las que se completaron en Chabranco, totalizando 18 prisioneros asustados, humillados y golpeados, algunos de los cuales fueron sacados de sus casas, arrancados del lado de sus esposas e hijos, sin saber a donde los llevaban ni cual sería su destino, muchos de ellos formaban parte del sindicato Esperanza del Obrero.

Uno de los prisioneros de nombre Andrés Silva Silva, era originario de Nilahue, el que fue acribillado en el sector de Sichahue y su cuerpo abandonado en el camino, mas tarde algunas personas del lugar se hicieron cargo de darle sepultura en el campo.

Ya de noche la caravana arribó a Chihuio, donde los presos fueron obligados a preparar un asado para la comitiva militar para luego ser torturados. En una hora no precisada, fueron sacados del lugar, se alejaron unos cientos de metros y los acribillaron en medio de la oscuridad de la noche y la lluvia de finales de invierno.

Días después otro grupo militar se dio a la tarea de sepultar los cuerpos en el lugar, y en alguna fecha entre 1978 y 1979 los restos fueron exhumados en la operación llamada “retiro de televisores”, y desde entonces el lugar a donde los llevaron es desconocido.

Un hecho de esta magnitud debiera permanecer como un hito siempre presente en la memoria colectiva de Futrono, sin embargo la realidad es que pareciera existir un acuerdo general en cuanto a no hablar del tema, como un incómodo secreto de familia que es preferible pasar por alto con tal de evitarse un sinsabor y del que se puede hablar solo con algunos y en voz baja. Cuando un tema es tratado de esa forma en la sociedad, estamos en presencia de un tabú, es decir una cosa de la cual normalmente no se suele hablar y a como de lugar se debe tratar de ocultarlo porque se considera que puede crear problemas.

La pregunta es ¿se puede realmente tratar como un tabú a un hecho histórico tan próximo en el tiempo y que está registrado en la literatura, en videos o incluso en notas de prensa? La respuesta es no, no se puede evadir la existencia de ese hecho, pero es entonces cuando entra en escena la memoria selectiva, o sea la capacidad de recordar lo que queremos recordar mientras olvidamos otras cosas, y esto lo hacemos en forma voluntaria.

Aquí viene una segunda pregunta; ¿por qué este hecho fue transformado en tabú, al punto de querer olvidarlo en la memoria colectiva? Me atrevo a decir que en un principio fue por temor; a estas personas las mataron porque eran contrarios al nuevo orden por tanto no valía la pena referirse al tema o se podía correr la misma suerte que ellos, por eso mucha información nunca hubo, era mejor quedarse callado.

Años mas tarde con el retorno de la democracia se supo a través de la prensa y el trabajo de la justicia todo tipo de detalles acerca de este hecho, y sin embargo continuó siendo un tabú, un velado miedo continuó estando presente por varios años todavía. Recuerdo en una ocasión haber escuchado una conversación entre dos o tres personas mayores allá por el año 1999 o 2000, justo después de la detención de Pinochet en Londres, donde comentaban entre ellos con mucha seguridad (y prudencia) que todavía era posible que hubiera un nuevo golpe militar. Si a eso no se llama miedo, entonces no se de que otra forma llamarle.

Como una forma de contrarrestar la natural tendencia humana al olvido, es que se instaló en Chabranco un Memorial de los Ejecutados Políticos de Chihuio, lugar donde cada año los familiares de las víctimas se reúnen para mantener vivo el recuerdo de sus deudos y las circunstancias en las que perdieron la vida.

Chihuio es parte de nosotros, allí a 18 campesinos les arrebataron la vida, pero hoy pareciera persistir a través del tabú y la memoria selectiva la predisposición a arrebatarlos también de nuestra historia, como futronino les digo que si eso llegara a suceder sería un grave error y una irresponsabilidad pretender borrar el pasado ya sea porque molesta, o porque simplemente es mas fácil vivir sin un compromiso con la memoria. Atrevámonos a aceptar lo sucedido, a hablar abiertamente sobre ello, ya han pasado 40 años y si queremos crecer como comunidad tenemos que reconocer nuestra historia.

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