Estos son el blanco y el negro, que serán por siempre elegantes y versátiles. Los vestidos en estos tonos han sido un pilar fundamental a la hora de hablar de los guardarropas femeninos.
Es que ya sea para una ocasión formal o más bien casual, los vestidos negros, como así también los vestidos blancos, le ofrecen a la mujer una gama sumamente amplia a la hora de vestirse y lucirse de manera estilizada y sofisticada. Ambas elecciones han sobrevivido a la evolución de la moda y se han reinventado para mantenerse como dos opciones importantes a la hora de hablar de la vestimenta femenina.
En el caso de los vestidos negros, están catalogados como una opción clásica, pero también versátil a la hora de pensar un look para cualquier tipo de eventos, ya sea formal o informal. La capacidad de estilizar la figura es uno de los aspectos más preponderantes del negro, que además brinda una apariencia sofisticada y elegante, adaptándose a cualquier tipo de cuerpos y combinable con diversos tipos de accesorios y calzados.
El vestido negro cuenta con la disponibilidad de una amplia gama de tejidos, como así también de cortes, teniéndolo como opción para cualquier estación del año. Un vestido negro largo, ajustado y escotado puede ser una decisión sumamente acertada para una fiesta nocturna, mientras que para eventos de día, las opciones más livianas y sueltas serán la mejor elección para eventos más informales.
El vestido negro corto o el "little black dress" fue considerado por la década del 1920 como un elemento básico de cualquier guardarropa femenino, gracias a la enorme influencia de la francesa Coco Chanel. Desde ese momento hasta la actualidad, la moda ha ido modificando, pero la versatilidad que tiene el negro ha hecho que nunca hay perdido su lugar esencial, pues se adapta a cualquier estilo y ocasión.
En el caso del vestido blanco, lo primero a destacar es que evoca frescura, elegancia y pureza, siendo esta una elección más frecuente para eventos durante el verano, como fiestas al aire libre o bodas en la playa, por ejemplo, puesto que al reflejar la luz del sol, su luminosidad atrae toda la atención. Este, además, es un lienzo que es compatible con cualquier tipo de accesorios y complementos que contengan colores vivos, con la posibilidad de crear combinaciones estilizadas y muy alegres.
A la hora de hablar de vestido blanco mujer podemos encontrar una innumerable variedad de estilos, desde los casuales hasta los más formales, como así también para looks de diferentes momentos del día. Esto refiere a que, por ejemplo, si el evento es de noche, el vestido blanco largo elegante será la mejor opción, mientras que si el festejo es diurno podrá ser de telas como el lino o el algodón.
La versatilidad del vestido blanco permite poder combinarlo con diferentes calzados, como pueden ser unos tacones altos si se busca algo sofisticado, mientras que las sandalias irán bien si se busca un toque más bohemio y descontracturado. Fue Coco Chanel, una de las diseñadoras más influyentes que tuvo el Siglo XX, quien popularizó vestidos blancos cortos, como una alternativa elegante, pero más fresca que lo que se veía por ese entonces con los pequeños vestidos negros.
.
¿Por qué siempre tener vestidos blancos y negros en el guardarropa?
Los vestidos blancos y negros siempre han sido piezas totalmente relevantes en el armario de cualquier mujer debido a su atemporalidad. A pesar de que la moda se modifica, innova y busca siempre nuevas alternativas, los colores neutros se mantienen firmes como opciones claras.
Esto se debe que ambos ofrecen una base sólida a la hora de crear conjuntos versátiles para cualquier tipo de ocasión y estilo personal, por lo que es una inversión segura tenerlos en el guardarropa.
La importancia de que tanto a los vestidos negros, como así también a los blancos, se los pueda transformar a gusto y placer, los hace más que prendas básicas, si no la oportunidad de crear las combinaciones más adecuadas con accesorios, joyas y zapatos que le agreguen el toque personal de cada mujer.
Un vestido blanco siempre será la opción predilecta si hablamos de eventos de día, como una comida en un restaurante elegante o una ceremonia al aire libre, mientras que en el vestido negro se puede encontrar una opción segura y elegante para cualquier evento.
Los vestidos blancos pueden dar un estilo fresco si se lo combina con sandalias de colores, joyería minimalista hasta sombreros de ala ancha, para ocasiones más veraniegas, mientras que el negro te permitirá poder utilizarlo en una cena formal, en un cóctel o en una salida con amigos sin problemas, adaptándose así a los diferentes estilos.
En cuanto al vestido blanco, largo y elegante, puede ser la mejor opción para una gala nocturna o también una boda, combinándolo con una cartera elegante, joyas más bien llamativas y con tacones altos, para un look atemporal, pero sin perder lo sofisticado. En el caso de los negros, los accesorios brillantes le darán glamur y elementos minimalistas complementarán un look más sobrio, pero igual de distinguido.
Queda a las claras que los vestidos blancos y negros son elementos totalmente esenciales en el mundo de la moda gracias a su capacidad de adaptación, su versatilidad y su elegancia atemporal, pudiendo acompañar cada uno de los estilos en las diferentes ocasiones que estos sean requeridos. Ya sea que la mujer busque looks frescos y luminosos como le pueden dar el blanco, o apariencias clásicas y sofisticadas que le da el negro, estos dos tipos de prendas nunca pasarán de moda.
Los vestidos blancos y negros ofrecen una base sólida para la creación de conjuntos versátiles que se adaptan a diferentes eventos y estilos personales. Son inversiones seguras y duraderas en tu guardarropa, puesto que nunca pasarán de moda y siempre te brindarán elegancia y sofisticación.
Grupo DiarioSur, una plataforma de Global Channel SPA. Powered by Global Channel