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Por Mario Guarda , 20 de diciembre de 2020

Municipio, alcaldía y participación ciudadana, el contradictorio caso de Futrono

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OPINIÓN.- Parece que la actual administración municipal tiene un problema con la participación ciudadana; no la entiende y no la quiere, abriendo espacios al diálogo, opinión o sufragio solo cuando la ley lo obliga.

Esta semana se cumplió 1 año desde que se desarrolló a nivel nacional la Consulta Ciudadana convocada por la Asociación Chilena de Municipalidades, el 15 de diciembre del 2019, buscando definir si la ciudadanía quería que se escribiera una nueva Constitución Política de la República, proceso que no fue vinculante pero si necesario para recoger en forma democrática la opinión del pueblo chileno. 

La iniciativa nació como necesaria y oportuna respuesta al estallido social del 18 de octubre del mismo año, pues la crisis social y política abrió en la ciudadanía la necesidad de hacerse oír y participar, así que se debían crear espacios de participación. Esa fue la lectura que muy acertadamente hicieron los alcaldes agrupados en la Asociación Chilena de Municipalidades, y fueron los primeros en tomar una determinación relevante y razonable en medio del estallido que dejó a la mayor parte de la clase política sin saber cómo reaccionar (hay uno que otro que todavía no sabe).

En el momento más álgido, en el que la mayor parte de la ciudadanía nada quería con tanto político acostumbrado a dirigir desde el palco al ciudadano de a pie, fueron los alcaldes los que pusieron la nota de cordura democrática y tacto político, aunque hasta entonces la institucionalidad y los caciques políticos los habían relegado a un segundo plano, obligados a hacerse a un lado y bajar la cara para que brillaran otras autoridades, pero los alcaldes decidieron que eso ya no debía ser.

LA PARTICIPACIÓN CIUDADANA COMO UN PROBLEMA

Pocas fueron las comunas que se restaron de la convocatoria, entre ellas Futrono aunque el municipio también está dentro de la Asociación Chilena de Municipalidades, argumentando en la voz del alcalde Claudio Lavado que el proceso resultaba demasiado caro, 7 millones de pesos dijo, y claro que esa cifra es exorbitante si la comparamos con el gasto real en el que incurrió la Municipalidad de Paillaco, que sí implementó la consulta por una módica suma cercana a 1 millón de pesos, eso fue lo que invirtió en un acto democrático. Si comparamos las cifras está claro que algo no cuadra, y yo le creo a Paillaco cuya alcaldesa sí adhirió a la decisión conjunta de los alcaldes, y más aún, nos abrió las puertas a 150 futroninos y futroninas para que pudiéramos expresar nuestra opinión votando en su comuna.

Lo más probable es que el alcalde de Futrono nunca estuvo de acuerdo con una nueva Constitución, y nada de malo tiene que esa sea su opinión, lo malo es que desde su investidura como alcalde se negara en base a su credo político a cumplir el deber que le correspondía de implementar la Consulta Ciudadana, frente a los otros 225 alcaldes y alcaldesas que si lo hicieron, una señal de que pesó más su apego ideológico al gobierno antes que la vinculación con sus propios vecinos.

Dados los resultados de la consulta a nivel nacional, quedó establecido que nuestro alcalde perdió una oportunidad de demostrar ciertos valores clave en este cambio de época; valentía, sensatez y espíritu cívico, prefiriendo guardar silencio como si en el país nada ocurriera, y privando a muchas ciudadanas y ciudadanos de que hicieran uso de su derecho a opinar a través del sufragio, pensando tal vez que esto de una nueva Constitución era un entusiasmo pasajero que moriría con la misma rapidez con que llegó. El resultado del Plebiscito del 25 de octubre dijo todo lo contrario.

Pero yendo aún más allá, parece que la actual administración municipal tiene un problema con la participación ciudadana; no la entiende y no la quiere, abriendo espacios al dialogo, opinión o sufragio solo cuando la ley lo obliga, pero no cuando alguna de esas instancias es solicitada por algún grupo ciudadano, por ejemplo cuando el Movimiento por la Defensa de Futrono requirió apoyo y pronunciamiento municipal para impulsar una serie de acciones y una declaración comunal única en contra del proyecto de instalación de esa larga cicatriz de más de un centenar de torres de alta tensión cruzando el territorio, el alcalde nunca declaró pública y abiertamente la postura de su administración frente el problema, curiosamente cuando ese megaproyecto cayó (al menos por ahora) celebró el logro como propio.

Asimismo cuando se solicitó apoyo en dependencias para desarrollar las reuniones del Cabildo de Futrono, la respuesta municipal fue negar espacios para dar continuidad a dichos encuentros. Y recordemos el origen de la conflictiva relación de la comunidad con el proyecto de mejoramiento de calle Balmaceda, que ocurrió por una notoria falta de gestión de la participación ciudadana requerida para un proyecto que en el papel se veía muy bueno, pero que en la realidad dio sorpresas nada agradables.

Lo que se exige ahora es una municipalidad acorde a la nueva época, acorde a lo que los ciudadanos buscamos y necesitamos. La participación ciudadana debe ser parte de la administración municipal, y no solo una norma impuesta por un manual que viene de alguna oficina de gobierno, e igualmente como ciudadanos debemos conocer la opinión y postura alcaldicia respecto a temas contingentes, querer “pasar piola” cuando el país está atravesando profundos cambios demuestra confusión y una extraña negación de la realidad. 

El 15 de diciembre del 2019, 225 alcaldes y alcaldesas con una buena cuota de rebeldía bien canalizada demostraron que desde los municipios se pueden impulsar grandes cambios uniendo gestión municipal con participación ciudadana, porque eso es poner en práctica la democracia, una que va mucho más allá de la elecciones municipales, en tanto los alcaldes que no se sumaron perdieron la oportunidad de sellar un nuevo pacto con sus representados, y continúan pensando que esa es la forma correcta de hacer municipio, pero esa actitud solo contribuye a que un alcalde corra el riesgo de ser relegado a un segundo plano, obligado a hacerse a un lado, y bajar la cara para que brillen otras autoridades.

Artículo escrito por Mario Guarda

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